Vigésimo Octavo domingo del Tiempo Ordinario

by Padre Sergio  |  10/09/2022  |  Del Clero

En la carta de Pablo a los Filipenses encontramos una afirmación sobre Cristo, que dice: “Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó así mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz” (Filipenses 2, 8-8) Las palabras del apóstol nos hablan de un Jesús que es “cuerpo y cercanía”, es el Dios humanizado, hecho carne como la nuestra.

Es de gran importancia para sus seguidores (Discípulos) no olvidar la dimensión corpórea y relacional. Jesús se relaciona con su entorno a través de su cuerpo. Dios habla por medio de un cuerpo humano. Jesús se acerca por medio de su cuerpo: Él ve, escucha y toca. Tres verbos, tres acciones, tres dimensiones muy humanas. Jesús se compromete con el cuerpo humano y sus dimensiones, devolviéndole la salud, la dignidad, la belleza. Ayuda a ver el “cuerpo humano” no como amenaza, sino como espacio de lo sagrado y amoroso.

Ver, oír y tocar como Jesús, es tarea de todos. Él ejercita su capacidad de ver lo profundo del corazón de hombres y mujeres; su mirada genera amistad y confianza, es contemplativa y crítica. Él ve más allá de las apariencias. No excluye ni rechaza, es mirada acogedora y tierna.

Pero también, es el hombre que sabe escuchar, presta atención, se interesa por el otro. Su escucha indica apertura hacia el otro. No solo escucha la voz de su Padre Dios, también pone atención a la queja, el grito, el llanto de los marginados.

De igual forma, nos encontramos con un Jesús que tiende la mano, toca, acaricia, levanta, construye humanidad. Manos sanadoras. Manos que superan los escrúpulos y prejuicios.

Lo anterior nos debería poner a pensar y sobre todo hacer un buen ejercicio de discernimiento frente a nuestra humanidad. Ahora el cuerpo de Jesús es cada uno de nosotros, sus discípulos. El Señor Jesús puede ver, escuchar y acariciar por medio de nosotros. Pongamos todo nuestro ser al servicio de Jesús, por medio de nuestra mirada, escucha y cercanía hacia los demás. Es hora de superar toda forma de egoísmo e indiferencia con los marginados.

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