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by Rev. Sergio Arcila  |  07/14/2024  |  From the Clergy

El valor de los espacios sagrados

El Segundo libro de las Crónicas nos cuenta: “Cuando Salomón terminó su oración, bajó fuego del cielo, que devoró el holocausto y los sacrificios. La gloria del Señor llenó el templo, y los sacerdotes no podían entrar en él porque la gloria del Señor llenaba el templo. Los israelitas, al ver que el fuego y la gloria del Señor bajaban al templo, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y dieron gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (2 Crónicas 7, 1-3)

El rey Salomón con todo su esplendor y grandeza, acompañado de los sacerdotes, levitas y el pueblo consagra el templo de Jerusalén al Señor Dios. Para el pueblo de Israel su templo será el centro de toda la vida religiosa; su fe, asegura que el Dios de los ejércitos, habita en dicho lugar. El gran templo de Jerusalén será la garantía de una presencia constante de compañía y protección.

Todo buen Israelita debía ir al templo en peregrinación para celebrar la Pascua de liberación, de igual forma, se tiene el culto, las ofrendas, los sacrificios, etc.

Con la llegada de Jesús de Nazareth el viejo templo pasará, para darle paso al NUEVO TEMPLO. El evangelio de san Juan nos dice: “Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo…y dijo…” Quitad esto de aquí. No hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado” (Juan 2, 14-16) El “nuevo Templo” ya no será de piedras, sino será el mismo Cristo.

La comunidad de los creyentes vive la realidad del Nuevo templo en edificios construidos y dedicados para celebrar la vida y la fe. Nuestra comunidad parroquial regresa nuevamente a la Casa (Templo parroquial) para celebrar la vida en Dios.

El signo del templo parroquial, nos recuerda el llamado a vivir unidos en Cristo.

Hagamos de nuestra “Casa/Templo” un espacio para el encuentro fraternal, donde vivimos y celebramos el seguimiento de Cristo, como Señor dador de vida y salvación.

Valoremos este espacio sagrado (Templo parroquial) consagrado al Señor y continuemos construyendo comunidad.

Bendiciones para todos.

Rev. Sergio Arcila

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