Los Siete Sacramentos de la Iglesia
Los Sacramentos se definen como signos exteriores de la gracia interior, instituidos por Cristo para ayudar a las personas en su vida espiritual y para crecer en santidad. Los sacramentos son misterios; son signos de la sagrada presencia de nuestro Dios en medio de nosotros hoy. Sin embargo, son más que meros signos, porque los sacramentos imparten gracia. Los sacramentos ayudan a santificar a las personas ya edificar el cuerpo de Cristo. Son una forma de relacionarnos con Dios a lo largo de las transiciones de la vida y nos ayudan a alabar y adorar a Dios. Nos ayudan a nutrir, fortalecer y expresar nuestra fe. A través de los sacramentos, Jesús permanece con Su pueblo, fortaleciéndolos, sanándolos, alimentándolos y perdonándolos mientras enfrentan los desafíos de la vida.
La Iglesia Católica celebra siete Sacramentos, que fueron instituidos por Cristo durante su ministerio terrenal y que continúan definiendo la vida litúrgica de la Iglesia hoy. Los Sacramentos nutren, fortalecen y expresan la fe.
Sacramentos de Iniciación Cristiana
La Iniciación cristiana se realiza mediante los sacramentos que ponen los fundamentos de la vida cristiana: los fieles, renacidos en el Bautismo, se fortalecen con la Confirmación, y son alimentados en la Eucaristía. Leer más sobre los Sacramentos de la Iniciación Cristiana.
El Sacramento del Bautismo
"El primer sacramento de la iniciación recibe, ante todo, el nombre de Bautismo, en razón del rito central con el cual se celebra: bautizar significa «sumergir» en el agua; quien recibe el bautismo es sumergido en la muerte de Cristo y resucita con Él «como una nueva criatura» (2 Co 5, 17). Se llama también «baño de regeneración y renovación en el Espíritu Santo» (Tt 3, 5), e «iluminación», porque el bautizado se convierte en «hijo de la luz» (Ef 5, 8). "—Catechism of the Catholic Church (CCC 1213)
El Sacramento de la Confirmación
En la Antigua Alianza, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado y sobre todo el pueblo mesiánico. Toda la vida y la misión de Jesús se desarrollan en una total comunión con el Espíritu Santo. Los Apóstoles reciben el Espíritu Santo en Pentecostés y anuncian «las maravillas de Dios» (Hch 2,11). Comunican a los nuevos bautizados, mediante la imposición de las manos, el don del mismo Espíritu. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha seguido viviendo del Espíritu y comunicándolo a sus hijos.
El Sacramento de la Eucharistía
La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.
Los Sacramentos de Curación
Cristo, médico del alma y del cuerpo, instituyó los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de los enfermos, porque la vida nueva que nos fue dada por Él en los sacramentos de la iniciación cristiana puede debilitarse y perderse para siempre a causa del pecado. Por ello, Cristo ha querido que la Iglesia continuase su obra de curación y de salvación mediante estos dos sacramentos. Leer más sobre los Sacramentos de Curación.
El Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación
Este sacramento es llamado sacramento de la Penitencia, de la Reconciliación, del Perdón, de la Confesión y de la Conversión.
El Sacramento de la Unción de los Enfermos
En el Antiguo Testamento, el hombre experimenta en la enfermedad su propia limitación y, al mismo tiempo, percibe que ésta se halla misteriosamente vinculada al pecado. Los profetas intuyeron que la enfermedad podía tener también un valor redentor de los pecados propios y ajenos. Así, la enfermedad se vivía ante Dios, de quien el hombre imploraba la curación.
Los Sacramentos al Servicio de la Comunión y de la Misión
Dos sacramentos, el Orden y el Matrimonio, confieren una gracia especial para una misión particular en la Iglesia, al servicio de la edificación del pueblo de Dios. Contribuyen especialmente a la comunión eclesial y a la salvación de los demás. Leer más sobre Los Sacramentos al Servicio de la Comunión y de la Misión.
El Sacramento del Matrimonio
Dios, que es amor y creó al hombre por amor, lo ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha llamado en el Matrimonio a una íntima comunión de vida y amor entre ellos, «de manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6). Al bendecirlos, Dios les dijo: «Creced y multiplicaos» (Gn 1, 28).
El Sacramento del Orden
El sacramento del Orden es aquel mediante el cual, la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles, sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos.