Queridos hermanos y hermanas:

Hemos llegado a la mitad del tiempo de Cuaresma y espero que todos sean perseverantes en sus prácticas cuaresmales de oración y penitencia. Una vez más, los animo que ofrezcan sus oraciones, rosarios, visitas al Santísimo Sacramento, Adoración, intenciones de misa y todos los sacrificios penitenciales por la paz del mundo. Oremos por el fin de la guerra en Tierra Santa, Ucrania y las naciones con problemas en África. Oremos por el fin del terrorismo, las atrocidades, la opresión política y otras injusticias que son pecados contra Dios y la humanidad.

Como católicos, somos verdaderamente bendecidos en nuestra adoración a Dios cuando nos reunimos para celebrar la Sagrada Liturgia, la Misa. Dentro de cada Liturgia Eucarística, el tema de la paz es traído a nuestra atención en las siguientes palabras de esperanza:

“Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.”

También, en el Signo de la Paz, oramos:

“Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz, les dejo, mi paz, les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino en la fe de tu Iglesia, y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.”

Y, finalmente, justo antes de recibir al Príncipe de la Paz, en la Eucaristía, pedimos a Jesús, el Cordero de Dios, que nos conceda la paz.

Una vez revividos por la Sagrada Eucaristía, somos enviados a continuar nuestro camino cuaresmal con las palabras alentadoras y mandato "¡Id en paz!"

Sigamos orando por nuestro mundo atribulado por su conversión, y por el fin de todo pecado que resulta en sufrimiento humano. Amén

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